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La gastronomía tradicional de Pamplona y Chinácota: un viaje de sabores
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Cuando un viajero llega a un nuevo destino, muchas veces lo primero que busca no está en un mapa ni en una guía turística, sino en una mesa servida con recetas que cuentan historias. La gastronomía es un puente entre la memoria y el presente, entre la tradición y el visitante curioso que desea sumergirse en la cultura local a través de los sentidos. En Pamplona y Chinácota, dos municipios enclavados en las montañas de Norte de Santander, la cocina no solo nutre: también invita a descubrir la identidad de un pueblo que ha sabido mantener vivas sus costumbres.
Pamplona, con su aire colonial y sus calles cargadas de historia, y Chinácota, con su clima fresco y su espíritu acogedor, comparten una herencia gastronómica que se ha transmitido de generación en generación. Las mesas de estas tierras son un reflejo de lo que significa vivir en la región: calidez, generosidad y respeto por los productos locales.


El mute: tradición que reconforta
Uno de los orgullos de la cocina nortesantandereana es el mute santandereano, una sopa espesa preparada con maíz pelado, carne de res, cerdo y a veces pollo, acompañada de garbanzos, papas, zanahorias y condimentos frescos. Servido caliente en medio del frío pamplonés, es una de esas comidas que reconforta el cuerpo y el alma.
Probar un mute en Pamplona es comprender que la cocina tradicional es también una forma de resistencia: un plato que ha sobrevivido a los cambios de época y que aún hoy conserva su lugar en las cocinas familiares y restaurantes típicos.
Arepas y almojábanas: desayuno con identidad
No menos importante es la tradición panadera de la región. Pamplona y Chinácota son reconocidas por sus almojábanas y arepas, que no pueden faltar en ningún desayuno. La almojábana, con su textura suave y su sabor ligeramente dulce, elaborada a base de cuajada y harina de maíz, es el acompañamiento perfecto para un café recién preparado o para un chocolate caliente en las mañanas frías de la montaña.
Por su parte, las arepas, especialmente las rellenas de queso fresco, son la muestra de que lo simple puede convertirse en un manjar cuando se hace con ingredientes de calidad. En muchas casas, la preparación de arepas es casi un ritual: se amasa con paciencia y se comparte en familia, convirtiendo un alimento cotidiano en un símbolo de unión.
El dulce sabor de la montaña
El universo dulce de Pamplona también tiene un lugar destacado. Los dulces artesanales, como el de guayaba, el de leche y el demora, se elaboran siguiendo recetas tradicionales que buscan preservar los sabores de la fruta fresca y de los productos locales.
Comprar un dulce en Pamplona o Chinácota no es simplemente adquirir un postre: es llevarse un pedacito de historia envasado, una forma de conservar la memoria colectiva en cada bocado. Muchos viajeros no pueden resistirse a llevar estos productos como recuerdo, pues se convierten en regalos que transmiten lo más auténtico de la región.
Chinácota: sabores con hospitalidad
En Chinácota, la tradición gastronómica se combina con la hospitalidad. Su clima templado invita a recorrer el pueblo y detenerse en alguno de sus cafés o restaurantes para probar platos típicos acompañados de jugos frescos o de una taza de café suave, cultivado en las laderas cercanas.
Allí, las empanadas caseras, los tamales envueltos en hojas de plátano y las sopas tradicionales como el cuchuco forman parte de la experiencia que ningún visitante debe perderse. La cocina chinacotense tiene ese sabor de hogar, ese toque que hace que el viajero sienta que está comiendo en la mesa de una familia amiga.
Chocolate y café: aroma de tradición
No se puede hablar de la gastronomía de Norte de Santander sin mencionar la importancia del café y del chocolate. En Pamplona, tomar una taza de chocolate santandereano, espumoso y acompañado de queso o pan, es una costumbre que conecta el presente con el pasado colonial.
El café, por su parte, se ha convertido en una experiencia que va más allá del simple consumo: representa la cultura campesina, el trabajo de las familias cafeteras y el orgullo de un producto que conquista paladares dentro y fuera del país.
Fiestas, mesas y memorias colectivas
La relación entre gastronomía y festividad también es claveen Pamplona y Chinácota. Durante la Semana Santa, las fiestas patronales o las celebraciones familiares, la mesa se convierte en el escenario principal.
Platos abundantes, recetas tradicionales y sabores compartidos reafirman que comer en esta región no es un acto solitario, sino una experiencia colectiva. La comida es excusa para reunirse, para agradecer y para fortalecer lazos.
Hotel Cariongo: donde la tradición se sirve en la mesa
Para los visitantes que llegan a Pamplona o Chinácota buscando descanso, el Hotel Cariongo se presenta como un espacio ideal no solo para alojarse, sino también para vivir esta tradición gastronómica. En sus sedes, el huésped puede disfrutar de una cocina que respeta las recetas locales, que ofrece platos preparados con productos frescos de la región y que rescata el valor de la comida como parte fundamental de la experiencia turística.
La cocina del hotel no se limita a reproducir recetas, sino que busca crear un puente entre tradición y modernidad. Así, el visitante puede desayunar con unas arepas rellenas de queso al estilo tradicional, pero también encontrar propuestas que combinan ingredientes locales con un toque contemporáneo.
Viajar también es saborear
Hablar de turismo en Norte de Santander sin mencionar la gastronomía sería dejar la historia incompleta. Quien visita Pamplona y Chinácota no solo camina por sus calles coloniales, ni únicamente disfruta de su clima y paisajes: también saborea su cultura.
Por eso, si estás planeando una visita, no dejes que la experiencia se limite a recorrer paisajes o admirar monumentos. Regálate la oportunidad de sentarte en una mesa, de pedir un mute, de probar una almojábana recién salida del horno, de endulzar tu viaje con un dulce de guayaba y de cerrar la jornada con una taza de café o chocolate bien preparados.
En el Hotel Cariongo, tanto en Pamplona como en Chinácota, entendemos que la gastronomía es parte fundamental del turismo. Te invitamos a descubrir con nosotros este viaje de sabores, a dejarte sorprender por la riqueza de una cocina que es, al mismo tiempo, tradición y presente.
Porque al final, viajar también es comer, y en estas montañas llenas de historia y tradición, cada bocado se convierte en un recuerdo inolvidable.